10/01/2022 - 00:00 h.
"Era la peor y la mejor de las épocas, era el siglo de la razón y de la locura, la época de la fe y de la incredulidad, era un período de luz y de tinieblas, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación, lo teníamos todo ante nosotros y el horizonte se cerraba delante nuestro, se iba directamente al cielo y por el camino más corto al infierno (...)", siempre que leo este inicio de Historia de dos ciudades, de Charles Dickens, pienso que jamás he leído mejor manera de comenzar una historia (salvo quizá el del Quijote, Moby Dick y Cien años de soledad...). Hay muchos más inicios de novelas que hacen que se te agarren las palabras al pecho y no desees dejar de leer.
Habla de una época lejana a la nuestra (la de la Revolución Francesa), pero esas frases son de tal lucidez que valen para muchas épocas y por supuesto la nuestra, y sobre todo en estos tiempos de pandemia. Claro que vivimos la mejor y la peor de las épocas. Hemos llegado la luna y los inventos científicos han facilitado nuestra vida, pero hay tantos lugares en la tierra en donde no ha llegado la ciencia, ni el pan, ni la felicidad, lugares que son el invierno de la desesperación, y miran con ojos tristes la imposibilidad de la primavera de la esperanza.
Es nuestra época también el siglo de la razón y de la locura. Desde la razón, y la moral, hemos llegado al humanismo y hemos dejado de ser esclavos del mito, la magia y los profetas irascibles, pero la locura impera en forma de peligroso populismo, de dictaduras y sometimiento de pueblos a locos dirigentes sin piedad, y de locos que por la sociedad actual imperan sin la más mínima luz de razón en su mente, como los que practican la violencia de género.
Ese inicio de Dikens es un inicio para la humanidad, que siempre ha vivido entre la fe y la incredulidad una historia triste o alegre que abraza y diluye el tiempo.