13/09/2023 - 00:00 h.
Amanecer de un día con el alma respirando silencio y cielo azul
En mi juventud leía a Albert Camus y quería ser como él.
La fuerza de su prosa, la profundidad de su alma y la destreza con la que escribía sobre el mal me devoraba la sensibilidad.
Solo hay que leer "Calígula" para entender que diga esto.
Además sentía tan vital su ateísmo que arrasé en mi cabeza esa penumbra de las velas y el templo que me inyectaron en la infancia.
Quemé lo turiferario y oscuro.
Quemé las sombras del vacío.
Quemé a ese Dios con espada y sangre.
Que el Cristianismo en su esencia es injusto, decía Camus, porque está basado en el sacrificio del inocente.
Lo dice en un libro que se llama "Moral y política".
Pero salvé de la quema al Cristo, el de Machado, no el del madero, sino el que anduvo sobre la mar.
Creo que Camus también sacaba de su quema particular al Cristo de Machado.
Hoy, en esta revuelta ágrafa de internet, Camus es uno de los autores más citados por los que no lo han leído.
A los que le hemos leído nos da pudor resumir su aciaga lucidez y su sabiduría clásica en una frase.
Cuando sufría por algo recordaba el mito de Sísifo, esa losa del destino sobre un ser humano.
Cuando escribí mi libro "Madre", tuve presente que uno de sus mejores libros, "El extranjero", comienza: "Hoy, mamá ha muerto. O tal vez ayer, no sé".
Ese "no sé" expresa la ausencia de lucidez que hay en el dolor, porque Camus odiaba el dolor y contra el mismo Dios, aun siendo ateo, lanzaba proclamas desesperadas.
A los que ponen una frase o le dan a "me gusta" les diría que lean a Camus.
Encontraran un mundo que nada tiene que ver con la banalización cultural que impera, sobre todo en internet.
Cuando leí "El extranjero" me sentí un extranjero de la vida.
La felicidad es una larga paciencia, declaró una vez este hombre del cual no recomiendo sus argumentos sobre el suicidio.
Puede uno llegar a la conclusión de que lleva razón.
Y poner en práctica algunas de sus reflexiones.
Leía mucho a Camus. Él y Sartre casi crearon eso que llamamos el intelectual, y me encantaría que quien creía que la vida es absurda,
y tuvo una muerte absurda
viera como hoy mucha gente que nada sabe de él usa frases suyas, propias o inventadas, cualquiera sabe, porque impera demasiado la mentira,
en este absurdo mundo nuestro.