26/09/2024
LAS CUATRO ESQUINAS
EXCELSO, SUBLIME, GRANDE, NOSTALGIA
LA TETA DE LA VACA
Rodri, Mbappé, Ter Stegen y otros han caído esta semana. En otras cayeron muchos tras un verano en el que algunos dejaron todas sus fuerzas. Los partidos se producen casi sin interrupción. No hay día de la semana que no haya fútbol. Los que mandan, UEFA, FIFA, quieren exprimir la teta de la vaca hasta que solo haya pellejo y la última gota caiga sobre sus labios. ¿Razones? Muchas. El dinero, la emoción, el poder... La única razón que no atienden es la salud de los jugadores, ni el hartazgo de los aficionados, que a estas alturas ya están dando señales de cansancio. Como dice Simeone, la solución a esta barbaridad solo la tienen los fútbolistas. Todos a una y los de cuello blanco se acojonan.
ABONADOS A LA VICTORIA
Decía Baudelaire que no se puede ser sublime sin interrupción. Al Madrid se le pide eso, que la excelencia sea una normalidad. Lleva 39 partidos sin perder y es difícil encontrar uno en el que sus incansables críticos no lancen un pero que abarca de los árbitros a la suerte, de la impericia de los contrarios a la querencia del balón, del césped al tiempo, incluso al del Ojo Grande, el buen Dios, que le ayuda para la victoria aunque no jueguen bien. Siempre es lo mismo y siempre será lo mismo. El antimadridismo no puede aceptar que el estilo del Madrid sea ganar, así como otros tienen el de poseer más balón aunque sea un trajín de acá para allá infructuoso. Unos hablan y el Madrid gana.
TRESCIENTOS PARTIDOS
El hombre tranquilo, el que conjuga sentido común y experiencia, ha cumplido 300 partidos con el Madrid. Si buena fue su primera etapa, en la segunda, como en El Quijote, ha superado todas las expectativas. Destroza, como El Padrino, ese refrán cafre sobre que las segundas partes nunca fueron buenas. No es buena, es buenísima. Ha convertido en modernidad una fórmula clásica de fútbol rápido e hiriente, que no marea sino que va al grano. Unos y otros pregonan su estilo. Preguntado, habló de un estilo roquero que es el que mantiene al público en un estado de exaltación y ánimo. Tras ser grande en el Milan, lo está siento más en el Madrid. Quien puede pedir más.
FÚTBOL DE OTOÑO
Hace una tarde nublada. El viento se pasea sereno entre los árboles y la luz añora los últimos días del verano. Desde mi buhardilla dejo la escritura y miro a la calle. Unos niños juegan sin orden al fútbol en un campo embarrado con dos grandes peñascos como postes. Si los partidos duran 90 minutos, ellos llevan dos horas y no atisbo signo de cansancio. Sus piernas esqueléticas no paran. Sus gritos pidiendo el balón o buscando un desmarque llenan la urbanización de vida. Esa tristeza inherente al otoño se me amansa. Los chillidos se me meten en el pecho, llegan al hipocampo y me devuelven a la infancia en la que el fútbol era lo único importante.
Impreso desde www.manueljulia.com el día 04/10/2024 a las 04:10h.