11/05/2025

WHATSAPP

Hay gente tan enganchada que estando en la misma casa se comunican por WhatsApp. Están en habitaciones distintas e inician una charla que puede terminar decidiendo qué cenan, o a mamporros lingüísticos, pues éste es sistema proclive al equívoco y a las malas palabras. Más allá de confirmar una cita o una aceptación o negación de algo concreto, el WhatsApp es sistema de comunicación torpe para cuestiones complejas o sentimentales. Es obvio, pues los amplios matices de nuestro idioma, las indirectas, las metáforas, las ironías, los dobles sentidos se pierden, pues es una comunicación tan primitiva que solo tiene frases escritas. La comunicación no verbal, que tan necesaria es para entenderse, aquí desaparece.

Es una comunicación áspera, en la que además la gente impulsiva se despacha a gusto pues no tiene enfrente al atacado, y poniendo los dedos como metralletas se sueltan las balas sin mesura. Al final, las conversaciones complejas que he tenido por WhatsApp han terminado en dos monólogos, pues como no existe el "corto y cierro" del "walkie-talki" las frases se pisan.

Antes los amantes se comunicaban en la distancia por teléfono o cartas. En lo primero podían captar la voz nostálgica de un "te quiero" o un "nos veremos pronto", y los susurros eran el canto de amor necesario. Por carta se explayaba el corazón sin interrupciones. Ahora lo hacen por WhatsApp y la nostalgia es un emoticono absurdo que quiere sustituir unas lágrimas. Porque llorar por ahí es estúpido, ni se oyen ni se ven los gemidos de quien amas.

Hace poco le dije a más de doscientos chavales, en un colegio, que la vida por la pantallita era una mierda frente a la vida real. Cómo pueden muchos ver un concierto por el móvil mientras una tormenta de luces y sonido te envuelve, mientras la amplitud del espacio te domina.

Un colega se peleó, separó y divorció por WhatsApp. Y cuando le dije que era un infantilismo, que lo maduro es mirarse a los ojos y decirse las cosas, me dijo que estuvieron dos años poniéndose a caldo por ahí. Empezaban bien, pero siempre surgía alguna mala interpretación y acababan mandándose a la mierda. ¿Si hubierais hablado frente a frente habría sido igual? Seguro que no, me dijo, juntos no nos peleamos, solo por WhatsApp. Cuidado, que el WhatsApp lo carga el diablo.


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