22/06/2025

EL PADRINO

La zozobra del pecho, que tiene que ver con alguna injusticia o con un deseo insatisfecho, se me diluye cuando llega el verano y paso mi dedo por los días del almanaque. Busco el deseado.

Un rito de años vuelve a darme una felicidad que se envuelve en la ficción, pero que me da unas maravillosas horas de soledad en las que me pierdo del mundo. Estar perdido no me importa porque entro en el universo del arte de un genio. Voy al país de un ingeniero universal que cogió un libro de Mario Puzo y creó nueve horas de ficción que absorben por sus poros la vida misma.

Aunque va de la mafia, El Padrino en el fondo va de la vida igual que El Quijote, aunque va de las novelas de caballería, va de la grandeza y debilidad del ser humano, la sociedad con sus contradicciones y el tiempo, un tiempo que en las obras grandes no muere sino que evoluciona porque esas obras están vivas. Por eso El Padrino y El Quijote son mis dos estaciones de gozo obligadas cada verano. Ojalá pudiera hacer lo que se propone Stendhal en Memorias de un turista con don Quijote, olvidarlo para volver a él como una tierra desconocida y llena de seducción, nos cuenta Muñoz Molina en El verano de Cervantes.

Eso que busca Stendhal no es posible, por ello voy a ambas obras con la carga de mis visiones y lecturas anuales, sabiéndomelas, pero a la vez con la seguridad de que descubriré algo que en los anteriores acercamientos me pasó desapercibido. Cada visión de El Padrino me provoca una semana de felicidad. Primero elijo el día y luego cuatro o cinco antes ya comienzo a disfrutar. Y cuando lo acabo me queda aún el regusto otros dos o tres días.

Procuro verlo en mi despacho, cómodo y sin faltarme Vichi Catalán, que me sabe al agua agria de mi pueblo. Preparo el espacio en penumbra, me acomodo medio tumbado, me pongo los auriculares y suena la melancólica Main Title de Nino Rota, un vals que preludia esa oscuridad en la que Marlon Brando, con algodones en los dientes, comienza su genial rapsodia de gestos. Después nueve horas sintiéndome el espectar único y privilegiado de nuestra vida según el ojo de Francis Ford Coppola.


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Impreso desde www.manueljulia.com el día 30/06/2025 a las 17:06h.