07/04/2024
Frente a la puerta del infierno Dante lee una pavorosa inscripción: "Por mí se llega a la ciudad del llanto, por mí a los reinos de la eterna pena y a los que sufren inmortal quebranto (...) ¡Oh vosotros, los que entráis, abandonad toda esperanza". Debería ponerse en las puertas de Gaza este anuncio, porque si algo sienten allí es eso, que no hay esperanza. Lo mejor de lo que se hace está en los ojos llenos de compasión de los que allí van para ayudar, con evidente peligro de sus vidas, como pasó con los siete cooperantes de la ONG World Central Kitchen (WCK), fundada por el chef español-estadounidense José Andrés.
Y es difícil que puedan encontrar la esperanza porque el mundo apenas pasa de las palabras a los hechos. Sobre todo USA, donde los demócratas, presionados por la abundancia de votos en blanco en las primarias, se abstuvieron en el Consejo de Seguridad de la ONU para que saliese adelante la primera resolución del alto el fuego en Gaza. Pero, por supuesto, antes Biden autorizó en silencio la entrega de 1.800 bombas MK84 de 900 kilos, entre otro material militar. Estas bombas matan o hieren en un radio de 300 metros, dejan un cráter de más de 10 metros y son cuatro veces más pesadas que las mayores que usó USA en la invasión de Irak. Como sabemos, Gaza es una de las zonas más densamente pobladas del planeta. Viven, o mueren, más de 2,2 millones de gazatíes en un enclave de 365 kilómetros cuadrados.
Van casi seis meses de una vieja guerra que siempre han perdido los palestinos, desde que en 1948 Israel ganara lo que llamó Guerra de la Independencia y ocupara el 77 por ciento del territorio. Ahora, en esta última, que estamos en lo que llaman fase 5, la de mayor catástrofe e inseguridad alimentaria, las Fuerzas Armadas de Israel han matado a unas 32.500 personas y situado a 1,1 millones en las penurias de la hambruna.
Cierto es que el mundo protesta. Incluso USA, aunque mantenga la hipocresía de ayudar con 3.520 millones de euros anuales a Israel para la guerra, pero la realidad es que desde hace demasiado tiempo son palabras que se lleva el viento. Palabras que apenas arañan el ánimo destructivo de Israel metido en una venganza sin fin. Parece que está aislado, pero no hay sanciones económicas o sociales que lo indiquen. Participará en mayo en Eurovisión y su selección juega la clasificación para la Eurocopa de fútbol.
El papa lo dijo claro: "Civiles indefensos están siendo bombardeados y tiroteados. Y esto ha ocurrido incluso dentro del recinto parroquial de la Sagrada Familia, donde no hay terroristas, sino familias, niños, enfermos y discapacitados, monjas". ¡Hasta cuando! ¿Hasta que el genocidio o la expulsión definitiva ahogue la batalla?
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