28/04/2024
Corremos el riesgo de entrar en un bucle en el que unos montan un espectáculo insuperable y responden otros montando otro espectáculo insuperable. Y ante lo que estos dos hacen, otros se dicen que si no lo hacen también se quedarán atrás y apenas se hablará de ellos en las tertulias, desaparecerán de la televisión, y se quedarán diciéndole a la gente qué piensan de lo cotidiano que afecta a los ciudadanos, algo que a nadie interesa.
Y ante esta sucesión de espectáculos, los medios, intermediarios vehiculares, se dividen entre los que entran a tope, los que luchan contra ello, los que se aprovechan un poco y los que se convierten en fuente hedionda de espectáculos insuperables, porque solo es en esa circunstancia como pueden luchar contra los medios clásicos, que ya tienen sus canales en movimiento constante y sus lectores fieles.
A estos últimos se les llama "pseudomedios" porque no siguen los cauces tradicionales de la noticia, sobre todo lo de no realizar comentarios críticos del tema ni de los protagonistas, y lo de verificar las fuentes. Quizá piensan que les quita tiempo para mantener la ácida catarata que horada la coraza de personas y organismos.
Cuanto más alto se tire mayor es el espectáculo insuperable. A la verdad, o la búsqueda de la verdad, que le den por culo. Primero porque es aburrida, y no genera audiencia, y segundo porque puede ser que no destroce a alguien.
Porque hemos llegado a que la política consiste en destrozar a alguien. Algunos creen que nuestra sociedad es antagónica, que los de derechas solo desean machacar a los de izquierdas, y los de izquierdas a los de derechas. Creen que a los ciudadanos no nos gusta que nos cuenten como se van a arreglar los problemas reales, las listas de espera en los hospitales, la escasez de viviendas asequibles, el desempleo estructural, los bajos salarios que forjan una clase media débil, la puta inflación que devora calidad de vida de casi todos, y la angustia del vivir para muchísima gente en un país que tiende a exprimir la felicidad.
Los espectáculos insuperables nos envuelven y los partidos no saben cómo luchar contra ellos. Pedro Sánchez ha demostrado una humanidad al plantearse dimitir, porque se estaban pasando todas las líneas rojas tirando contra la familia, algo que me parece miserable, lo haga quien lo haga.
Acepto la actuación de Sánchez. Ni la ridiculizo, me parece cruel, ni la concibo como mera estrategia. Creo que es una llamada de atención necesaria. Pero critico de esta decisión la ausencia de autocrítica. Sobre todo por el silencio ante otras víctimas. De todas formas, creo que de una vez el PP y el PSOE deben sentarse para acordar unas reglas limpias del juego.
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