26/12/2024
LAS CUATRO ESQUINAS
BARRO, NOSTALGIA, NOCHE, MADRE
CUENTO DE NAVIDAD
Cada año es el mismo cuento. En un viaje al pasado recuerdo por qué amo el fútbol. Desciendo por el camino de un sueño a una calle llena de barro. No hay automóviles. No está asfaltada. Unos zangolotinos gritan felices, son las vacaciones de Navidad. Hay ansia de jugar al fútbol. Un viejo balón de cuero espera en el baúl. Dos piedras marcan las porterías. Los equipos se hacen rápido. Llueve. No importa. Se hace la noche. Solo hay una farola. El partido continúa. Voces desde los balcones gritan la cena. Acaba el partido y nadie ha ganado. Las rodillas están llenas de magulladuras. Mañana seguiremos. Los zangolotinos sueñan con ser Sanchís o Gento o Griffa o Abelardo o Amancio.
NO ESTÁS SOLO EN LA BATALLA
En el oscuro cuento de la memoria hay una luz maravillosa. Allí refulge la Navidad y aunque soy del síndrome de la silla vacía, más fuerte es el poder de la bella nostalgia. Y cuanto más tiempo pasa más soy aquel niño flaco, tristón, que en Navidades jugaba siete horas al fútbol. La verdadera patria es la infancia, dice Rilke. Empecé de defensa pero la flacura no daba miedo. Luego como frágil extremo derecho pronto fui arrasado por una lesión y dejé de jugar. No era Gento, por supuesto, mi ídolo. Pero en el barro y en la calle aprendí códigos del fútbol que me han servido en la vida. Debes disfrutar jugando. Tienes que aprender de la derrota. No estás solo en la batalla...
UNA ALEGRÍA EN LA NOCHE
Aquel equipo y las tapas de los bares me entregaron al Madrid. Una tele en blanco y negro retransmite el partido. Un vecino ha sacado la suya a la calle. Es un cine de verano. Hace un tiempo primaveral. El Madrid se sale. Siete goles al Eintracht. Di Stéfano, Puskas, Gento... Ganar no fue fácil. Cada gol era una explosión de alegría en la noche. Después a los bares hasta las tantas. A los niños nos dejaron estar. Tropecientas cocacolas. Las tapas no llegaban a sus destinatarios. Se las comían los zangolotinos. Aquella noche se me clavó en el corazón y al ver Madrid un gozo profundo me invade. Siento una felicidad que nace en el manantial de mi alma.
LA LLAMADA INTERMINABLE
Al llegar la noche me llamaba mi madre. Salía al balcón de los geranios y me gritaba: "¡Niño!, a cenar". La sigo oyendo con claridad y el día de su muerte le dije al oído que me seguiría llamando. Por toda la eternidad. Sonrío con la máscara de la muerte apoderándose de ella. A cenar, el partido se acaba, nadie ha ganado. Porque nadie llevaba los goles. La farola nos miraba como si fuera un ojo de la noche. Se sentía feliz por tanta felicidad como había. A pesar de las heridas y los golpes en la tierra. Luego mi madre me curaba las heridas. Recosía los pantalones. Me daba un beso en la cama mientras en mi mente se abría el portal de los sueños. Allí está ella.
Documentos adjuntos:
Breve extracto del texto "La poesía de Manuel Juliá: La escritura del corazón", de Jesús Barrajón Muñoz, profesor titular de Literatura Española en la Universidad de Castilla-la Mancha, Facultad de Letras.. . Hace ahora veinticuatro años que Manuel Juliá (...
CONTRAPORTADA. Decidí de lo que iba a escribir, escribiría de ella. Aún no sabía ni la estructura ni el contenido, ni siquiera si sería un libro de poemas o una novela, pero tenía claro que escribiría sobre de ella y que el libro se llamaría Madre, el más ...
Nueve apasionantes relatos, basados en el terrible lenguaje de los hechos, en los que el periodista y poeta Manuel Juliá expresa la intrahistoria de los Quijotes del siglo XXI de los que se ocupa el programa de Mediaset, inspirándose en su idea original. H...
El sueño de la muerte (2013), El sueño del amor (2014) y El sueño de la vida (2015), publicados en Hiperión, se pensaron por su autor como una trilogía que ahora se reúne en un solo libro en el que destaca su coherencia poética. La Trilogía contiene una via...
Si desea recibir información de esta página: