24/06/2011 - ISBN: 978-84-7731-516-2
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El texto comienza en el mismísimo hogar primigenio materno, en la placenta. Allí se inicia el primer acto de la historia del ser humano. Una puerta se abre y entra la luz de otra vida en donde los latidos de ese ser humano se confundirán con los del mundo, con los de sus semejantes, con los del paisaje… Empieza la vida con todas sus situaciones hermosas, desesperadas, amargas, felices, esperanzadoras, con sus latidos llenos de sueños y realidad que van apareciendo en los diversos textos: la belleza de un amanecer, la poesía del recuerdo, el ámbito de los sueños, las esperanzas y desesperanzas, la tristeza, la alegría, el amor, la soledad, la angustia y la belleza del tiempo, y al final, un diálogo entre la muerte y la vida lleno de emoción y enigma. Y después de la muerte el principio o el final… Cuarenta latidos. Una fábula sobre la vida y la muerte es un libro que hay que leer siguiendo el orden que determinan sus páginas. Todo está preparado para un viaje sentimental.
Para el actor Manuel Galiana, que ha recitado alguno de sus textos, "estamos ante un libro bello, hermoso, que la gente tendrá siempre a mano para utilizar cuando se vean atacados por la melancolía; un texto para disfrutar de una manera muy personal".
El gran poeta José Manuel Caballero Bonald ha dicho sobre este libro que "la escritura de Manuel Juliá está llena de inteligencia y sensibilidad y los textos denotan todos una alta calidad literaria". Y por su parte Luis Eduardo Aute comenta que "…los relatos son todos muy sorprendentes y llenos de una muy inteligente imaginación en la forma de narrar sentimientos y reflexiones, sueños y realidad… de los sueños".
"Cuarenta latidos" es una fábula sobre la vida y la muerte. Es una historia en prosa poética que comienza en el mismísimo hogar primigenio materno, en la placenta. Allí se inicia el primer acto de la historia del ser humano en la calidez de un refugio en donde todo está preparado para la comodidad del ser que comienza a dar sus primeros latidos. Allí hay una puerta que pronto se abrirá y dejará entrar la luz de otra vida distinta, una vida en donde los latidos de ese ser humano se confundirán con los de la vida, con los de sus semejantes, con los del paisaje.
Después de la desaparición del refugio primigenio comienza la vida, la vida con todas sus situaciones, hermosas, desesperadas, amargas, felices, esperanzadoras, la vida con todos sus latidos de realidad que van apareciendo en los diversos textos: la belleza de un amanecer que justifica por sí misma la propia existencia, la poesía del paisaje manchego del sur, en donde las nieblas de las montañas crea un ambiente que hace innecesario la definición de la poesía; la nieve inesperada de un invierno que se mantiene en el recuerdo con la figura de un muñeco gordinflón que aun muriendo con la salida del sol permanece con su frío latente en la memoria.
En la primera parte del libro son protagonistas la vida y el paisaje. El principio de la existencia y el lugar que la naturaleza, el destino ha querido que nos rodee, y a la vez nos deja escuchar un mensaje lejano que ha desterrado para siempre a las palabras. Y después aparece la infancia, el recuerdo, aquel tiovivo de las antiguas ferias que nos hizo soñar con historias y con mundos grandiosos, que nos hizo imaginar viajes profundos desde nuestra mente al maravillosos territorios creados por la imaginación.
Y después de la infancia, la adolescencia. En "Cuarenta latidos" se refleja ese momento en que la vida se abalanza sobre el pequeño ser que vivía en el mundo de sus sueños, la vida como una asignatura que se ha de aprobar, y que a partir de un momento no se parece en nada a lo que había sido hasta entonces. En este texto es un padre quien recuerda, con la llegada de septiembre, que aquel año se acaba algo más que un verano. Finaliza el feliz periodo de la ausencia de responsabilidades, y llega la vida, la vida abalanzándose como un depredador que encuentra todos los refugios posibles.
Y con la vida llega la realidad: el amor, el dolor, la amistad, la solidaridad, el trabajo, la cotidianidad, el perfil diario de la existencia que deja poco lugar a los sueños y que atrapa al ser llevándolo siempre a su propio territorio. En esta parte el libro recoge momentos concretos de la existencia. Hasta que, en la vejez, se comienza a escuchar una música lejana, la música del tiempo que como el mar devuelve los recuerdos perdidos. Es otro tipo de recuerdo, un recuerdo difuso en el que el antiguo olor de las flores o las imágenes que se quedaron grabadas y luego perdidas renacen para crear otra realidad en la mente.
Y después de la vejez, la muerte. Hay un texto en el que dialogan los vivos y los muertos, se hablan de su mundo, se preguntan por las cosas. Y después del final el enigma. El enigma de otra vida que en "Cuarenta latidos" se presenta como un lugar en donde el ser que salió de la placenta se pregunta por la realidad de algunos de los momentos más hermosos de su vida.
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